Feria de diciembre

Los días 13 y 14 de diciembre tuve mi primera experiencia en una feria artesanal. y no podría haber sido mejor. Estuvo organizada por el grupo scout de la Parroquia San Antonio de Padua, en el barrio de Devoto. Además de la impecable organización, la continua disposición para solucionar situaciones y atender a los artesanos fue lo sobresaliente.

Los dias soleados y algo calurosos acompañaron la propuesta.

Todo nuevo y para mí, un desafío. Desde armar el puesto y disponer mi trabajo, hasta ofrecerlo al público. Como en algunas otras oportunidades descubrí que sólo hay que intentarlo y que sólo en el transcurso uno puede aprender a superarse o mejorar.

Tuve el apoyo de mi madre que me acompañó en todo momento, ayudándome a administrar mi pequeño puesto. Y después los amigos que se acercaron a darme aliento.

También la calidez de los artesanos de Alfar del Quinto Elemento que me brindaron los datos para poder incorporarme a la feria.

Una experiencia de crecimiento personal.

Compañía

Como muchas artesanas, tengo un compañero de trabajo. No es incondicional, sino que responde a la curiosidad y la comodidad. Si es invierno y el sol se asoma entre las cortinas, él se digna a acompañarme. Si está fresco y se siente solo, se acerca y da una vuelta como inspeccionando. Con el tiempo ha empezado a respetar materiales y trabajos sin deperramarlos y enredarlos. Es Pereyra, mi siamés y no me pidan que cuente todas sus gracias porque son varias. Por supuesto es muy inteligente y personal, pero a la vez muy apegado a sus dueños.

En crecimiento

Llegaron los días cálidos y el momento de experimentar con otros materiales. Se imponen las telas y las cintas para volver a los viejos tiempos en que cosía toda mi ropa. Es como andar en bicicleta...pero lo que me falta es la bicicleta. La vieja y leal máquina de coser acompaña a mi madre en todas sus labores. Es una continuación de sí misma. Tal es así que luego de un robo en el hogar, se tranquilizaba pensando que no habían llegado a llevarse a su compañera.

Así las cosas, pensé que un paso intermedio para algunas costuras aisladas sería una maquinita casi de juguete.


Pero es sólo eso, una maquinita de juguete. La estoy usando para algunas costuras rectas, pero añoro algo que me permita más. Veré si programo una compra más adecuada.
Por lo demás, la producción en tela avanza con llaveros y accesorios. Todo un reto de verano.

Nuevas etapas

Comencé mi trabajo con pañolenci o fieltro comercial, pero en base a búsquedas en la web, encontré la técnica de trabajo con lana y me entusiasmé. Gracias a unos amigos pude tener los intrumentos, pero se hacía muy difícil encontrar la lana en vellón. Otra vez me "sumergi" en la web y allí encontré lo que buscaba: una artesana uruguaya, Ana Varela, me envió lo que necesitaba. No sólo recibí de ella el material, sino también su calidez y aliento.




Y a partir de allí empecé a experimentar, combinando materiales e imaginando nuevas aplicaciones. Estoy aún iniciandome pero me entusisma la posibilidad de crecer en este tipo de trabajo. El contacto con la lana es una cálida sensación, especialmente al tacto pues se puede regular la textura y además construir en el espacio.

Surgen ideas

A veces me pongo a jugar con el material y la forma. Corto, doblo, mezclo y algo surge que capta mi atención. Lo pruebo y lo ajusto. Luego lo imagino integrado a un proyecto, solo o junto a otros materiales y formas. Cuando me agrada, se instala y se queda. No por mucho tiempo porque otra vez vuelvo a jugar.

Hoy se abre la puerta de mi blog

Poder compartir aquello que ocupa un espacio de tiempo en nuestra vida. Pequeñas cosas que llevan parte de nuestra imaginación. Creaciones que dejamos volar. Y si las reciben otros se vuelven conexiones con esta creatividad que dejamos volar.

Se preparan las bases para empezar a jugar.

Y la imaginación juega. Los anillos tienen su propia personalidad. Se diferencian unos de otros y se adaptan a quien los escoge y los hace propios.