martes, 11 de noviembre de 2008

Compañía

Como muchas artesanas, tengo un compañero de trabajo. No es incondicional, sino que responde a la curiosidad y la comodidad. Si es invierno y el sol se asoma entre las cortinas, él se digna a acompañarme. Si está fresco y se siente solo, se acerca y da una vuelta como inspeccionando. Con el tiempo ha empezado a respetar materiales y trabajos sin deperramarlos y enredarlos. Es Pereyra, mi siamés y no me pidan que cuente todas sus gracias porque son varias. Por supuesto es muy inteligente y personal, pero a la vez muy apegado a sus dueños.



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